Mentiras envueltas en papel de regalo (2007)

[Mensaje navideño de 2007]

Cierto que un mundo sin mentiras sería inhabitable, pero en este mundo poliédrico y ambiguo, de múltiples rostros superficiales, la Navidad nos cierra los ojos a todo lo que no sea sonrisa, felicidad o tele-maratones. Hay que quitarle la máscara a esta parafernalia que sólo tiene que ver con comprar cosas y salvaguardar el complejo tejido de relaciones que nos rodea.

Siempre que constatamos fielmente nuestra realidad, acabamos firmando el manifiesto de "construyamos un mundo más justo", pero las argucias navideñas lavan la cara a una injusticia que asoma sus terribles colmillos hasta el quicio de nuestras puertas. Y nos escupe esa condena moral que nos enfrenta cara a cara con la evidencia de que soslayar la verdad es otra forma de mentir. 

Pero además hay mentiras piadosas. Mentiras blancas. Simulaciones y medias verdades propias de esta sociedad ambivalente. La mentira no nos es ajena y encima, andamos llenos de toda esa sarta de patrañas navideñas, como la vana ilusión por transformar el mundo, pero acomodándolo a nuestra benévola realidad para permitir refugiarnos de la más cruda e inhóspita de ahí fuera.

Reivindicándonos de una forma brillante y dándole la vuelta a la tortilla, podríamos dedicarnos estos días a meditar (mentira inconsciente):

¿Qué cantidad de verdades, junto a los variados dulces navideños, somos capaces de digerir?

Insinceramente,
Alberto.

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