Lugares propicios para huir de la Navidad (2006)

[Mensaje navideño de 2006]

Son pocos y además muy masificados. La Navidad está muy prestigiada, pero la obligación de la sonrisa a veces acogota. Igual que esas grietas que el otoño forma en algunos de nuestros ya de por sí cansados corazones.

Pero desengañémonos: las bajas temperaturas y los vientos húmedos dificultan el contacto sincero. Las ordenanzas, además, proscriben la caricia y el “no tocar, peligro de ignominia” puede leerse en miles de miradas.

¿Adónde escapar, entonces? Por todas partes ojos bizcos vigilan, córneas torturadas desconfían, retinas reticentes soslayan, implacables pupilas amenazan...

Queda quizá el recurso de andar de cuando en cuando... solos, de vaciar el alma de ternura y llenarla de hastío, indiferencia y dolor. En este tiempo hostil, inherente al odio, cada vez hay más sitios donde acomodarse, donde guarecerse de ese aluvión mediático de buenas intenciones. Así que, para todos...

¡Feliz obviedad!

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