No me des dicha desdicha (2005)

[Mensaje navideño de 2005]

A ti que recibes mi mensaje no-navideño:

¿En qué nos estamos convirtiendo?, da igual que tengas dieciocho, veinte, treinta y tres o cuarenta y muchos. ¿Somos los mismos de ayer? ¿Cuánto influyen todas estas nuevas tecnologías en nuestros cambios, en nuestra forma de comportarnos?

"Cualquier cosa en la que no pueda dejar de pensar es mi tema" nos meten en los mensajes con embudo y a borbotones, y así, ya no sabemos si pensamos o "nos piensan".

El buen googleador puede alcanzar la parsimónica frecuencia de cinco a ocho páginas por minuto. A diferencia del aceleramiento que se produce en el sexo, en la Red no hay clímax y esto lo puede hacer muy frustrante. La interfaz es el mensaje y ese es el rasgo esencial que marca una generación que no se considera feliz.

Dediquemos, pues, un ratito a intentar captar ese algo indescriptible que flota en el ambiente y que causa la infelicidad de tanta gente normal, gente reconocible, atrapada en la desesperanza, las falsas expectativas y el desgaste emocional.

Fuera burbujas, fuera almendrados y fuera bolas de adorno o caeremos -incluso en estas fechas- en 'El infierno' descrito por Virgilio Piñera: ese abismo de tinieblas en vida donde monótonamente continuamos encarcelados y en el que terminamos otro año más.

Feliz 'libertad'.


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